sábado, 20 de diciembre de 2008

CAMINOS.

CAMINOS
(de Ana Cuenca,
www.fideliotrading.com)

...Las páginas de la mañana, en su fluir de la conciencia, aflojan gradualmente nuestro aferramiento a las opiniones fijas y a nuestros puntos de vista miopes. Nuestros humores y comprensiones se vuelven transitorios. Adquirimos un sentido de movimiento y una corriente de cambio, un río que fluye, de búsqueda, que nos lleva a nuevas formas, a nuevos destinos justos y emancipados. Las aguas a su paso alcanzan la libertad, su mayoría de edad. Liberadas de nuestros sentimientos de abandono, se hacen espontáneas. Liberadas de nuestras demandas constantes de más y más seguridad. A medida que comenzamos a escuchar a nuestro recién nacido, con su voz positiva, sin rigidez, diciendo sí al flujo irreverente del río, se incluyen el dibujo de las cascadas. El niño artista interior se sorprende al decir sí a las oportunidades sonoras del destino, en vez de no, concepto antiguo y viejo, que rechaza el nuevo ser que está emergiendo, que está disfrutando de todo tipo de aventuras exóticas urbanas.

El paisaje, que había sido un típico reducto espartano de profesional de perfil alto, se llena subrepticiamente de plantas lujuriosas, cómodos almohadones y de incienso sensual. Los colores tropicales florecen en las paredes antiguamente pintadas a la cal. Sonríe el paisaje. Se expande la mirada creativa, crece la exploración, se multiplican los descubrimientos, llegamos al podría ser, el de ninguna manera quedó muy atrás, nos abrimos al misterio, a la magia, al duende, al susurro de la efigie semidesnuda. El aspecto positivo de las aguas, aparenta ser ahora el anverso de la naturaleza adversa. Atmósferas libres, llenas de coraje, de convicción y de persistencia. Atmósferas, espacios y quietudes que cuanto más se acercan, provocan mayor sensación de lejanía, y lo es. Mientras vivimos nuestras vidas al revés, tratando de tener más objetos, en realidad, es lo opuesto. En las aguas reales, limpias y sinceras, se llegan a desarrollar los peces de cuerpos dorados y alas plateadas, tan soñados y admirados. El tiempo se encoge o se expande en proporción al coraje de cada pez dorado, y son las alas de plata las que aprenden a volar, moviéndose de momento en momento. Saltan entonces los dóciles delfines, inventando formas, cuando alguien piensa que ya no se sabe lo que se está haciendo, pero siempre queda una palabra que ilumina el alma como una joya preciada, con vida propia, una verónica más del matador. Cerca del río, a los caballos les gusta ver su sombra; el jinete ve como los verdes se vuelven plateados o dorados. El ojo diestro comienza a ver, en un tiempo oscuro, de realidades limitadas, su imaginación infinita, recoge cuestionamientos, descargas eléctricas sobre la voz de la conciencia artística. El espejo críptico en el que se refleja la incertidumbre, la sinrazón del mundo; el mundo de bellos objetos que nos rodea y en el que se aplaude la transparencia del río que fluye y permite que naveguen cientos de piraguas, llenas de residuos, desechos, bagatelas, citas y reapropiaciones. Allí viven los peces y defienden sus formas. Caen las frutas maduras de los árboles, sin renunciar a nada, ni a la nada. Exigiendo la vía hacia la carne viva de la emoción, cansados de ir hasta la carne desnuda de la evidencia. Apuntando hacia la luna, si no acertamos, de todos modos, caeremos en las estrellas. Siempre se gana al aceptar un riesgo. Las aguas llegan al mar, sin aniquilación, cantando a la vida, se potencia al objeto, sin perder de vista al sujeto, que es signo, imagen, valor, simulacro, creencia, espiritualidad y movimiento circular infinito.

¿Cómo ve usted ese árbol? ¿Negro? Hágalo pues, negro, con el más hermoso negro de su paleta. ¿Y esa sombra? ¿Más bien roja? Pues no tema pintarla lo más roja que pueda. Percibimos por ósmosis tal cantidad de formas, informaciones, de colores, de sonidos o de técnicas, que luego podemos creerlas propias de nuestra mente, o podemos crear las propias de nuestro planeta imaginario. Surgen unas aguas nítidas y cristalinas que funden lo real con lo maravilloso, con ética; olvidando la oposición violenta con la moral del medio donde surge. Una obra de oposición violeta. Nuevos ríos, nuevos afluentes, nuevas desembocaduras...

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

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